Ya tengo impresora, ¿y ahora qué?
Fue hace algunos años, cuando tras esperar a que las impresoras 3D fueran más asequibles, decidí buscar una que se ajustara a mi presupuesto. Por descontado que la iba a comprar directamente a China y que iba a venir en un paquete totalmente desmontada (eso nunca me ha preocupado). Recuerdo que el paquete con los gastos de envío rondaba los 300€ y era lo más económico que se podía conseguir en ese momento.
No diré que ensamblarla fue difícil porque con esto no tengo problemas, pero sí que me llevó dos o tres días. A los elementos que mandó el vendedor hubo que hacer algunos ajustes para disminuir los rozamientos y que las partes mecánicas deslizaran sin problemas una vez puesta en marcha.
Tal vez lo más complicado fue precisamente esa puesta en marcha. En ese momento sabía que quería una impresora 3D para fabricar piezas, pero no tenía ni idea de qué tenía que hacer para ponerla a funcionar, ni qué ajustes debía tocar para hacer una buena impresión. De ahí este artículo en el que espero poder resolver algunas de las dudas que yo tuve a todos aquellos que se encuentren en la situación en la que yo me vi.
Mi impresora era (y sigue siendo) una Geeetech Prusa I3 X, para la que el vendedor puso a disposición un software para preparar los archivos a imprimir: el Repetier-Host con Slic3r integrado. Con el tiempo me di cuenta de que el importante es el Slic3r, un programa laminador: se encarga de coger un archivo con una figura en tres dimensiones y generar una serie de capas que la impresora interpreta para ir superponiendo.
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Configurando el laminador
En segundo lugar, también debes conocer su diámetro. Lo normal es 1.75mm, pero también los hay de 2.85mm. Esto es importante porque, sabiendo el diámetro, el programa calcula la velocidad a la que debe entrar el filamento. Las especificaciones de la impresora te indicarán qué diámetro admiten.
Además, es importante especificar el diámetro de la boquilla. En mi caso era una medida un poco rara: 0.35mm (lo normal suele ser 0.2, 0.3 o 0.4mm). Esto determina el grosor del filamento extruido. Al programa le sirve para calcular el volumen de filamento que necesita tu modelo, pero también la velocidad a la que lo expulsa y a la que debe mover el cabezal sobre la pieza.
Todo se configura en el propio programa de laminado.
Y con eso... ¿Ya podemos empezar a imprimir?
Pues sí, aunque hay algunos ajustes más que pueden serte útiles:
Cantidad de perímetros: lo normal es que sean tres, pero puedes aumentarlo. Esto básicamente es el número de hilos que se ponen en las paredes de la pieza antes de empezar con el relleno.
Capas sólidas en los suelos y techos: el número de capas completas (no como relleno) que se ponen al comenzar la pieza o en los bordes superiores para que sea resistente y se vea con acabado continuo.
Relleno: aquí puedes controlar la densidad con la que rellenas la pieza por dentro. Cuanto mayor es el porcentaje más robusta y sólida es la pieza (y más filamento empleas). Lo normal aquí suele ser entre un 20 y un 30%. Igualmente puedes seleccionar el tipo de relleno: rectilíneo, rejilla, panel de abeja, concéntrico, etc., que es el dibujo que crea en el interior de la pieza.
Material de soporte: esto es interesante: tu pieza se crea de abajo a arriba, por lo tanto, debe estar apoyada en el suelo (o en la cama en este caso). Si tu pieza tiene partes que empiezan en el aire, éstas no se imprimirán a no ser que dispongan de un material de soporte. Piensa por ejemplo en una figura de un hombre con los brazos caídos y separados del cuerpo. Si no pones soporte, las manos quedarán en el aire y no se imprimirán. En función de lo que quieras imprimir deberás indicar si hay que añadir material de soporte o no.
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