Artesanía digital

      Cuando hablamos de artesanía, normalmente nos viene a la cabeza, por ejemplo, un cuenco de barro, un juguete de madera o un colgante. Objetos muy diversos, pero todos con un denominador común: que están hechos a mano y con un uso limitado de herramientas mecánicas. Las personas que los fabrican, los artesanos, se valen de sus habilidades y de su experiencia para la producción de piezas únicas, de un marcado carácter tradicional, e influidas por la cultura y el entorno.

      Como vemos, la artesanía está más o menos bien delimitada en cuanto a qué hace referencia. Es por ello, que tal y como veremos en un momento, hablar de artesanía digital es en cierto modo una contradicción, y tal vez el término en sí no deja de ser un oxímoron. Y esto es debido a lo que encierra el concepto de artesanía digital. Sin embargo, es posible que en este caso no debamos considerar el significado de la expresión como la suma de los significados de sus dos partes, artesanía y digitalización, sino como un concepto nuevo en su conjunto que toma algo de cada uno de sus dos componentes.

      Podríamos definir la artesanía digital, en una analogía con la artesanía tradicional, como todos aquellos objetos fabricados con instrumentos mecánicos, donde los principales valores del producto han pasado de ser la producción manual, la unicidad, el legado de tradición o la habilidad física, a la habilidad mental, la creación de ideas nuevas y la producción de objetos únicos (aunque puedan replicarse) lejos de los procesos industrializados.

      Un artesano digital se ayuda de diversas herramientas como impresoras 3D, cortadoras láser, grabadoras, fresadoras computarizadas, y todas aquellas herramientas que precise para la realización de su proyecto. En cierto modo, el concepto de artesano digital está a medio camino entre el artesano tradicional y el artista plástico que compone su obra con diversidad de herramientas y materiales.

      En esta nueva forma de arte, no se valora tanto el hecho de hacer algo a mano, sino de imaginar, jugar con ideas, y crear objetos nuevos. Implica más un uso de la mente creativa que de la habilidad manual, pero sigue manteniendo la idea subyacente de la artesanía tradicional, donde el fin básico es crear objetos con fines prácticos o decorativos. Una persona que decide diseñar e imprimir en 3D una prótesis para cubrir una carencia física no deja de ser un artesano digital, alguien que ha usado los medios mecánicos de producción digital para crear un objeto práctico. Este creador no está tan lejos de los artesanos tradicionales que fabricaban tallas de barro o botijos para mantener el agua fresca.

       

      A todo esto, hay que sumar un valor clave, que es la posibilidad de compartir, ya no el objeto en sí, sino el diseño con cualquier otra persona de cualquier parte del mundo. Con el acceso a los materiales no hay necesidad de transportar un producto. Solo se comparte la información para reproducirlo.

      En conclusión, la artesanía digital se consolida como una nueva tendencia asociada a los medios de fabricación digital. Un nuevo campo de desarrollo, investigación y fabricación, con un recorrido enorme, en el que solo estamos empezando a vislumbrar lo que vamos a poder hacer en poco tiempo. 

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